martes, 24 de febrero de 2015
lunes, 9 de febrero de 2015
Somos Occidente (reflexiones sobre Charlie Hebdo)
La
masacre perpetrada en Francia por el fundamentalismo islámico contra el
semanario Charlie Hebdo habilita una necesaria introspección sobre la historia,
la identidad y el sentido de la cultura occidental.
A
través de sus revoluciones y luchas sociales, Occidente ha intentado
transformar el dolor del hombre afligido por el hombre en derechos mediante los
cuales se plasme una idea de la dignidad humana que abarque a la mayor cantidad
de personas posibles que habitan en una sociedad. Con este instrumento, en el
pasado y en el presente, lucha permanente contra las visiones fundamentalistas
que dentro de su cultura todavía siguen intentando desconocer los planes de
vida que cada persona quiere llevar a cabo como parte de su biografía
existencial.
El
motor de los derechos ha posibilitado que las mujeres sean sujetos de derechos
y no un apéndice del deseo masculino, que los niños, niñas y adolescentes
puedan hacer valer su voluntad ante los padres, que las personas del mismo sexo
puedan contraer matrimonio, que cada uno pueda elegir su identidad de género,
que la descendencia sea posible mediante las técnicas de reproducción humana
asistida sin que medie una relación sexual “natural”, que se pueda exigir al
poder desde la normatividad de los derechos económicos, sociales y culturales
políticas públicas efectivas monitoreadas por indicadores confiables, que las
minorías titularicen derechos y que su falta de reconocimiento configure un déficit que debe ser reparado.
La
democracia occidental siempre está en crisis porque es susceptible de crítica y
cambio. Con sus errores, miserias y deudas intenta construir sociedades donde
convivan pacíficamente creyentes y no creyentes. Francia mediante la constitucionalización de la laicidad como
rechazo institucional de cualquier dogma y principio esencial de la forma republicana
de gobierno y otros Estados a través de la neutralidad aconfesional constituyen
un claro ejemplo de este proyecto. Es justamente por este motivo que existen
tensiones multiculturales con el islam en sociedades occidentales. ¿O acaso en
una teocracia podría existir una minoría atea que generase controversias
culturales por su modo de vida?
La
libertad de expresión sin censura previa y con la máxima extensión posible es
la que posibilita que la democracia constitucional se nutra de las opiniones y
debates de los opuestos. En este ámbito el humor, la sátira y la crítica ácida
siempre han sido un interdictor virtuoso
contra toda clase de fundamentalismos que siempre persiguen el aplastamiento normativo,
simbólico y físico del otro.
El
asesinato cobarde de periodistas por el solo hecho de ser fieles a sus
convicciones desmonta la creencia populista de que todos son mercenarios a
sueldo (salvo claro los que repiten el credo oficial). Son estos momentos donde
Occidente no debe resignar su identidad al articular las
repuestas. La racionalidad, los derechos, las luces, la pluralidad impiden toda
forma de superioridad moral revestida de venganza sin ataduras. Hoy más que
nunca debemos recordar porque somos Occidente en homenaje a Charlie Hebdo.