Bloqueo, colisiones, reflexiones.
El bloqueo que impidió la circulación de Clarín y la demora de La Nación generó una excelente oportunidad para reflexionar sobre el sistema de derechos y la democracia constitucional.
Vamos a presuponer que existió una real colisión de derechos entre la libertad de expresión, la libertad de empresa y el derecho a la información (el Derecho 1 por un lado) y el derecho de los trabajadores (el Derecho 2 por el otro). Y también vamos a olvidarnos por un rato (si es posible) de Clarín y del Gobierno (y compañía) como contrapartes de la colisión.
Quizás un buen punto de partida sea la existencia de un fallo que, luego de considerar las circunstancias fácticas contrapuestas, resolvió otorgar mayor peso al D1 sobre el D2 en la medida que el ejercicio del D2 se significara con un bloqueo que impedía la circulación de los diarios impresos. Más allá que procesalmente el fallo fue consentido por el Estado una vez notificado y que los trabajadores podrían haberse presentado como terceros en la causa y apelar, lo cierto es, que la regla de preferencia condicionada establecida supone que el bloqueo no es el medio más proporcional para que el D2 prevalezca sobre el D1 (sin que esto implique que otros medios alternativos puedan cambiar el sentido de la ecuación ponderada).
La reflexión que posibilita lo acontecido es que la libertad de expresión y derecho a la información para ser restringidos en términos constitucionales tienen que colisionar con un derecho cuya satisfacción sea de una envergadura tal que justifique que una comunidad se quede sin ser informada por un medio de comunicación (cualquiera sea este). Quizás la libertad de pensar, expresarnos e informarnos sea una suerte de “posición originaria” de la democracia constitucional tomada en serio. Es que la imagen de un domingo sin un diario (más allá que sea Clarín) por un acto que se encuadra en una forma de censura indirecta es una imagen insoportable para un Estado constitucional de derecho. En el caso de nuestro país Triple AAA y dictadura militar de por medio. Y mucho más si el diario en cuestión es crítico del Gobierno.
Aún cuando existiera una colisión (planteada tempranamente por el amigo Domingo Rondina) la solución ponderada tiene que basarse en la elección del medio más proporcional al que se pueda acceder (imperdible el debate entre los amigos Roberto Gargarella y
No parece haber sido lo que aconteció el último domingo y espero que todos hayamos aprendido la lección sobre los bloqueos y las colisiones, los diarios circulen y los trabajadores hagan sus legítimos planteos de una forma más racional.
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