Es indudable que el kirchnerismo cristinista tiene un proyecto de gobierno. Podrá gustar o no pero lo tiene y genera una impronta utópica que debido a mis limitaciones no puedo percibir (como lo hace por ejemplo el gran Indio Solari).
Todo gobierno por más mayoritario que sea necesita de una oposición política que lo legitime Nadie en democracia puede subsistir si no le gana a alguien en términos de encarnar un proyecto superador, de ser la mejor opción frente al otro.
El problema actual de nuestro país es que no existe una alternativa opositora siquiera en términos de oferta electoral concreta y mucho menos de proyecto alternativo de gobierno. Los que aparecen por aquí y allá encarnan una inexplicable carrera de egos para acceder a un segundo y cómodo lugar.
La falta de una oposición política provoca un vacío de legitimidad que, aunque sea por inercia, alguien tiene que ocupar. Hoy dicho espacio lo abarcan Clarín, La Nación, Perfil, pero ellos ¿lo quieren ocupar? Igualmente en el presente, por imperio de la anemia opositora, las columnas de Van der Koy o los artículos de Morales Solá funcionan como propuestas políticas opositoras más sólidas que cualquier discurso opositor.
En una democracia con gobierno y oposición en plena retroalimentación, el exceso en los debates es parte del juego político, pero cuando el lugar de la oposición lo ocupan los medios de comunicación, los dardos propios de la política impactan contra la libertad de expresión y de información. Esto enrarece las estructuras republicanas porque confunde los roles de los sujetos participantes. Si hay gobierno y oposición, los medios juegan un rol de comunicadores de la disputa sin estar en el campo de la batalla dialéctica (más allá de las preferencias que profesen). El problema es que los medios de comunicación por más poderosos que sean, no pueden legitimarse en la urnas ni cuentan con el poder estatal, con lo cual si ocupan el rol de opositores nunca podrán salir bien parados en términos republicanos. Esta tergiversación produce un mal endémico en el plano de la deliberación por cuanto en la diaria tarea de defenderse como oposición política dejan de lado el rol esencial que cumplen en el sistema democrático. A esto se suma la perversa diatriba permanente de cierto periodismo oficialista que en nada se diferencia de la inquisición.
Soy el dueño de SIDERAR, TECHINT, BANCO MACRO....
ResponderEliminarHasta los `90, las jubilaciones las administraba el Estado.
El ahora Senador Nacional Carlos MENEM propuso la creación de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones y las obligaba a invertir los fondos de los futuros jubilados en los mercados de renta fija (bonos pñublicos) y variable (principalmente, acciones de empresas).
La superintendencia del sector regulaba la actividad de las AFJP, que en muchas ocasiones "financiaban" al Estado nacional (artículo 74 de la ley 24241) al adquirir sus bonos.
Hace pocos años, estatizada la administración de esos fondos (y no la propiedad, que son de los jubilados actuales y futuros), esa renta fija (bonos) y variable (SIDERAR, TECHINT, BANCO MACRO, y otros), pasó a ser administrada por el Estado.
Ayer, y a partir del DNU 441/2011, el PEN decidió "por necesidad y urgencia" participar en la dirección de las empresas de las cuales "administra" la renta variable (acciones) ya que es "socio" con derecho político.
Qué buena noticia para Don Antonio!
El vecino de abajo de mi casa es jubilado pero no cobra su reajuste previsional desde el 2002.
Ahora tiene la suerte de ser socio y DUEÑO de SIDERAR, TECHINT y BANCO MACRO....
Ojalá eso le sirva para su reajuste.... y que nadie se lo vete!
Paradojas de la Argentina