lunes, 13 de abril de 2020

COVID-19: Futuro o distopía

Diario Clarín, 13 de abril de 2020.


Ayer nomás afirmábamos en clave futurista que habiendo dejado atrás el hambre, las guerras y las epidemias como factor de deceso masivo y gracias a la ingeniería biológica, la inteligencia artificial y los macro datos lentamente el homo sapiens dejaría de existir como tal y asomaría un homo deus, excelsior, robótico, posorgánicos inmerso en el sendero de la singularidad tecnológica. Sin embargo, la aparición en la escena mundial de una pandemia como el COVID-19, en un suspiro, congeló la velocidad de la globalización obligando a la humanidad a tener que adoptar estructuras defensivas de naturaleza medieval.
Tarde o temprano, aún bajo el signo de la tragedia, el COVID-19 será vencido; las dudas se posan en las consecuencias que su paso arrojará en términos de impacto concreto sobre el mundo que conocimos y habitamos.
Uno de los interrogantes que empieza a emerger se vincula con los efectos políticos, sociales, económicos y culturales que generará "la experiencia COVID-19" sobre el factor de multiplicación tecnológico que ofrecía hasta este momento la cuarta revolución industrial ¿Implicará un freno en la aplicación de la tecnología a nuestras vidas, o por el contrario, acelerará la llegada como mínimo de ciertos presupuestos transhumanistas a las relaciones globales? En otras palabras, para volver a tener una vida signada por la globalización serán el big data, la inteligencia artificial, la nanotecnología, la modificación de la corporalidad mediante la incorporación de la tecnología una próxima respuesta colectiva o estas herramientas quedarán confinadas a la puesta en escena distópica que plantean series como Black Mirrow o Years and Years o bien  películas como Blade Runner, Transcendence o Autómata.
Vencido el COVID-19: ¿Como volver a nuestra vida "de antes", y evitar a la vez, que una nueva pandemia nos arroje al ocaso medieval? La infotecnología y la biotecnología revolucionariamente proponen reestructurar los cuerpos y las mentes de los seres humanos para intentar que el cuerpo deje de envejecer. Uno de los postulados básicos del transhumanismo es justamente la utilización de la tecnología para vencer el envejecimiento, las limitaciones cognitivas, el sufrimiento humano involuntario y desarrollar los medios para la preservación de la vida y la salud. El cuerpo humano finito, degradable, insustituible es el límite biológico de nuestra existencia, por eso es que antes del COVID-19, existían planteos sostenidos bajo la consigna ¡Muerte a la muerte! mediante los cuales no se proyectaba como principal enemigo a las epidemias sino al envejecimiento. Como en el pasado nuevamente el cuerpo del homo sapiens se convierte en una amenaza para la vida humana y para la construcción del futuro post  COVID-19. Cuando en estos días intelectuales como Harari o Ferrajoli claman por la cooperación internacional tecnológica o por un constitucionalismo planetario en defensa de los derechos humanos, no hacen más que plantear desde distintas ópticas, la necesidad de expandir los efectos de la cuarta revolución industrial en términos de incremento tecnológico proyectado en los derechos. Quizás el nuevo orden mundial emergente esté signado por la necesidad de la aceleración de los cambios biotecnológicos sobre la organicidad de los cuerpos, no para vencer al envejecimiento y alcanzar la amortalidad, sino para evitar que una pandemia global renovada ponga en vilo nuestros lazos sociales más íntimos.
El aislamiento preventivo social obligatorio (APSO) impuso un orden simbólico transitorio de subjetividades digitales. En este tiempo, las relaciones sociales y ciertas actividades públicas y privadas funcionan montadas a las tecnologías de la información y la información. Descubrimos que muchas cosas se pueden hacer por vía digital ¿Qué impacto tendrá sobre nuestras vidas y las instituciones la digitalización de la autonomía personal? ¿Será posible un cercano advenimiento de una justicia o un Congreso digital enmarcados en una democracia que utilice para la toma de ciertas  decisiones colectivas una tecnología de la información descentralizada, fácilmente accesible, trasparente, segura y sin una autoridad central como el blockchain o cadena de bloques?
En tiempos de pandemia, también el discurso jurídico busca su lugar mirando el impacto de la digitalidad sobre el formato de los derechos y las identidades. Históricamente el constitucionalismo y los derechos humanos lucharon para transformar los dolores y sufrimientos de cada época en derechos sustantivos y garantías eficaces. Irremediablemente, no pasará mucho tiempo para que el constitucionalismo en clave analógica sea dejado atrás por un constitucionalismo en sintonía digital.
El  COVID-19 enfrenta a la humanidad a tener que dilucidar si el mundo que vendrá acelerará la construcción de un futuro digital hasta cierto punto proyectado o bien deberá enfrentarse a una distopía que corte radicalmente con aquello que fuimos y que deseamos volver a ser.               

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